viernes

Carta a Alejandra Pizarnik

Sí, tengo miedo a olvidarme del miedo que tengo. Y dolor. Y empiezo (dolor) por aquí (dolor) ya que seguro (dolor) me entiendes (dolor). No pienso hablar de lo que hiciste, ahora no. Te voy a decir una cosa, los niños y las niñas son la vida. Lástima que crezcan. Lástima que no lo supieras ver. Intento caer en su trampa. Ellos y ellas, tan pequeñitos y tan pequeñitas, son la mejor táctica de la esperanza, su mejor arma, la estrategia de aquello que perdiste. Pero ya dije que no pensaba hablar de ello, ahora no. Quizá ahora me puedas ayudar: si después de la esperanza hay lo mismo que el vacío de ésta ¿a qué mano asirse? Y es que me retracto constantemente de lo que pienso por culpa de lo que vivo. De hecho, ahora creo que me retracto de lo que vivo por culpa de lo que pienso. Aunque, la verdad, pienso que no sé qué afirmar. ¡Ninguna frase es afirmativa!, eso sí lo afirmo. Me quedo sin raciocinio imaginando que la tuya es para mí un enigma. No pienso hablar de lo que hiciste, repito, ahora no. Janis Joplin, sin embargo, sigue rugiéndome cual pantera liberada y natural que disfruta de su condición de felino, que consigue, como bien dijiste, seguir gritando tanto con el fin de cubrir los agujeros de la ausencia. Ausencia. Soledad. Ausencia. Carencia. Soledad. Ausencia… no, ahora no. No dejaré que Kafka o Breton hablen por mí. Sin embargo, en tus palabras, a veces, me siento tan muda que incluso mis pensamientos dejan de serlo, míos, digo. Ni soy el bicho de Cortázar ni mis dibujos son lorquianos, pero también yo soy muchas, también yo creo que los premios no son más que dinero, también yo, ahora ya, me niego a definir la poesía. También yo siento la última inocencia. También yo vivo que la noche… no, tampoco ahora pienso hablar de lo que hiciste. Yo. Busco desesperadamente una salida, pero como todo es camino y ese es el camino me asusto, treinta i seis veces me asusto, a mis veintidós. Aquella que me ama, como a ti, quiere cada vez más de mí, más sangre gastada, más lunas atravesadas, que me duela el pecho más de lo que respiro...Y aún así, de todo, la hipocresía me arropa tan fuerte cuando a fuera hasta la flora(alejandra) se congela de frío que… que ¡parece que también yo he pensado todo! Pero aunque un 25 de setiembre, ahora sí hablemos de ello, tú quisieras llegar hasta el fondo, yo nacía, unos años más tarde, ese mismo día. A mi cuerpo le parece incoherente que tantas señales sean confusas y precisas a la vez. La mujer que te me presentó dijo: nada pasa porque sí. La verdad, tengo tanto dolor y tanto miedo… que temo ir a buscarte.

1 comentario:

  1. Alejandra nos puede llevar por sus propios laberintos...algunos marcados por el profundo dolor de vivir. No todos los momentos son buenos para acompañarla.

    Un beso Mirona.

    ResponderEliminar